HISTORIA AGÉS

Las fuentes documentales conservadas son escasas: básicamente, Archivo de la Catedral de Burgos, Monasterio de las Huelgas, Hospital del Rey, Oña, Archivo parroquial y Archivo de la Junta de Valdeagés.

El año 944 d.C. el conde Assur Fernández confirma la vinculación de la iglesia-monasterio de santa Eulalia de Mérida (“ecclesia quorum reliquias scitas sunt Sancte Eulalie...” de Agés (Hagege), es decir, “la iglesia donde están depositadas las reliquias de santa Eulalia”) al monasterio de San Salvador de Loberuela, (la Bureba), afirmando que había sido su abuelo el fundador y dotador de la misma. (Santa Eulalia de Mérida, natural de Mérida, perteneciente a una familia noble, había muerto el año 304, de jóven, víctima de la persecución de Diocleciano contra los cristianos.

Según el historiador y poeta Prudencio que escribió a fines de ese siglo IV murió en la hoguera. La representación iconográfica con la boca abierta responde a la leyenda de que al morir salió de su boca una paloma blanca que representaba su alma subiendo a los cielos. En s. VIII su cuerpo es llevado por cristianos mozárabes desde Mérida a Oviedo, cuando aquella ciudad es tomada por los musulmanes, y en la catedral de Oviedo se conservan sus restos).

De acuerdo con este documento, el más antiguo conservado, el origen de Agés gira en torno a su iglesia-monasterio de santa Eulalia y se remonta al año 900 d.C. aproximadamente.

¿Pudo ser anterior? Ni Agés, ni Atapuerca ni ningún otro pueblo de la zona existían. Lo que no quiere decir que no hubiera antes por aquí grupos humanos, aprovechándose de los refugios naturales de la Sierra de Atapuerca. (Ya desde el Homo Anteccessor hace 800.000 años, y más recientemente los hombres del Neolítico (4.000 años a.d.C.) que viven en la boca de las cuevas y en la llanura donde se inician en el cultivo de algunas semillas, cerámica y tejido, domestican animales, y nos dejaron monumentos funerarios (dólmenes).

Fijémonos en los 20 siglos de la era cristiana. Desde el Imperio romano para acá:

a) Siglos I al IV: Con la romanización el valle del río Vena sufrió una primera roturación, limitada a algunos pequeños espacios. Cerca pasaba la Vía Aquitana (Monasterio de Rodilla), y cerca de la actual Atapuerca se han hallado restos de una explotación agrícola romana.

b) Siglos V- VIII: Con la caída del Imperio estas tierras del entorno de la Sierra pasan a manos, primero, de los visigodos (415), y después de los musulmanes (711). En ese tiempo fueron tierras de frontera, nunca dominadas del todo, militarizadas. El antiguo poblamiento se desmantela al desaparecer el poder visigodo. Quedan sólo las viejas calzadas romanas recorridas por bandas de guerreros cristianos y de razzias musulmanas.

c) Siglo IX: llegan los ejércitos cristianos del norte (Covadonga, 722), en lo que se conoce como Reconquista. Primero, los guerreros: que van tomando antiguas fortalezas y puntos estratégicos en nombre del rey astur (coyuntura militar favorable). El año 860 el conde Rodrigo incorpora Amaya. El año 884 el conde Diego Porcelos conquista el cerro de san Miguel de Burgos. En los años siguientes los cristianos controlan fortalezas más adelantadas como Pancorbo (886), Cerezo de Río Tirón (891) e Ibrillos (896), frenando así las acometidas de los musulmanes sobre Castilla desde el valle del Ebro.

Después, tras el control político-militar del territorio por los guerreros, garantizada en cierto modo la paz, y sintiéndose protegidos, es cuando grupos de emparentados y familias campesinas se van asentando poco a poco en las tierras llanas, construyen unas viviendas sólidas y estables, e inician la aventura de cultivar la tierra. Una tierra que adquieren en plena propiedad por simple ocupación (presuras). Serán pequeños propietarios libres, que se fueron agrupando y dando lugar a la aparición de aldeas, de nuestros pueblos.

El valle del Vena debió poblarse pronto, en torno al año 900, poco después de la fundación de Burgos y del control de los montes de Oca, dando lugar a una serie de poblados: Santovenia, Caprúz, Ochavro, Agés, Atapuerca, Quintana, Santa María de Barruelo, Olmos, Ruvena.

¿Quiénes fueron esos pioneros? Hubo gentes de tres procedencias distintas. Por un lado, participaron gentes del Norte, originarias del área vasco-navarra, del Pirineo occidental, de ámbito euskaldun, que llegan aquí después de la conquista navarra de Nájera, hasta alcanzar las estribaciones más occidentales del Sistema Ibérico y en concreto el valle del alto Arlanzón. Algunos nombres de pueblos nos recuerdan su presencia e instalación definitiva: Uzquiza, Alarcia, Herramel, Urrez o Galarde, y en zonas más cercanas de la Sierra: Zalduendo, Ibeas, Villabáscones. Ochavro,... Hubo familias autóctonas de la zona, grupos de familias residuales y desorganizadas que, refugiadas en la Sierra, habrían podido sobrevivir a las dificultades ofrecidas durante más de tres siglos por una región políticamente de nadie.... Y, en tercer lugar, gentes islamizadas después de la invasión de los musulmanes, que deciden dejar al- Andalus e instalarse aquí por razón de religión. (El cauce molinar entre Arlanzón y Burgos debió ser una obra de ingeniería hidráulica de ellos).

Estos pueblos, estas aldeas, se conocerán como villas, (siguiendo la tradición romana que denominaba así a las unidades de explotación agrícola): Villafría, Villabáscones, Villalbura, Villalval,... Otras, sin embargo, acuñaron el nombre del gentilíceo del grupo colonizador: Villabáscones- (villa de vascones), y otras, en fin, le tomaron de algún elemento destacado del paisaje: así Ibeas, (de raíz euskérica que significa lugar junto al rio); Zalduendo igualmente vasco, (lugar junto a soto o arboleda), Atapuerca que toma el nombre de la Sierra, probablemente de sustrato indoeuropeo con el significado de paso de piedra; o Rubena, que lo hace por el nombre del río que le surca (río Vena); y otro tanto podríamos decir de Castañares, Olmos, o Villafría, de significados obvios.